"Apenas se colaba un halo de luz por la ventana. Ya estaba decidido. No había nada que hacer. La copa temblaba en su mano. Un último trago le ayudaría. En la izquierda, el cañón bailaba caprichoso con el crepitar de la lumbre. Cuando se llevó la copa a los labios, apenas sintió nada, estaba vacía. Instintivamente se acercó a la mesa y abocó la botella. Casi se sale ensimismado como estaba observando el fluir del cobrizo líquido. Allí vio vida. Se llevó de nuevo la copa a los labios. Lentamente, saboreando el momento como pocas veces lo había hecho. Últimamente bebía con fruición, por inercia, como tantas otras cosas, había perdido el gusto de saborear una copa como tal, con el momento, con la vida. Ahora estaba saboreando ambas cosas. Irónicamente sus reflejos mentales reaccionaron: “Nunca pensé que mi alcoholismo me salvara la vida”."
(Valencia, 9-6-08)
Autor: Fernando García
Ilustración: Rafa Armero
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